¿Qué debe aprender el movimiento LGBTIQ del feminismo?
Visibles organizó el evento «Nosotras: Transformar desde la diversidad» para explorar las conexiones entre las reivindicaciones de los movimientos feministas y el de la igualdad LGBTIQ. Se realizó en el Centro de Cultura de España el 27 de marzo de 2019. Emma López, psicóloga e integrante de la Mesa Nacional por la Educación Integral en Sexualidad, condujo la discusión.

«El feminismo no es solo una teoría social, es una práctica política, un estilo de vida una forma de relacionarnos», explicó Walda Barrios, socióloga reconocida por sus aportes en la defensa de los derechos de las mujeres.
Dentro de los distintos movimientos feministas, se han desarrollado distintos enfoques que permiten a ambos movimientos revisar, de forma crítica, las relaciones que se desarrollan dentro del sistema sexo/género, y que si bien no son reconocidos por la totalidad del movimiento LGBTIQ, ofrecen bases sólidas para comprender el origen del prejuicio por orientación sexual, identidad o expresión de género – y también para desmontarlo.
El enfoque de la interseccionalidad, desarrollado en sus inicios por la abogada y defensora de los derechos civiles Kimberlée Williams Crenshaw, es un concepto central. Éste hace referencia a la necesidad de considerar distintos marcadores de diferenciación social al momento de analizar las opresiones, y que incluye el género, la orientación sexual, la identidad de género, la clase social, las discapacidades y otros.
Cuando ignoramos esos marcadores de diferenciación que efectivamente existen, estamos cegándonos al reconocimiento de relaciones de poder, y a las posibilidades de liberación que dependen su reconocimiento. Fernando Us, defensor de derechos humanos, resume este punto al decir que «la persona privilegiada es la que dice que somos iguales».

Us es maya kiché y ha construido sus propias reivindicaciones justo desde la interacción de las vivencias de su pueblo, especialmente como sobreviviente de la guerra interna, y la de su identidad sexual. Y durante la conversación señaló que el feminismo aporta una mirada crítica a los movimientos sociales y debe desmontar todas las opresiones: «El aporte más duro y potente que reconozco del feminismo es que identifica prácticas e intenta desmontarlas».
Otras voces feministas han resaltado la importancia de aprovechar los saberes situados, que tenemos en virtud de las experiencias y vivencias personales en posiciones específicas dentro de la sociedad. Tal es el caso de Donna Haraway.
Y también han enfatizado que es en el cuerpo donde se experimentan las opresiones: el conjunto de ideas y visiones sociales que norman el sexo y género atraviesan, de forma muy literal, nuestros cuerpos.

Parte del esfuerzo de apropiarse de formas críticas de ver el mundo y desmontar los sistemas violentos y desiguales en que vivimos pasa por imaginar nuevas posibilidades de vida.
Se puede pensar desde la dignidad o el buen vivir. E incluso es necesario volver la mirada a lo interno para dejar de replicar algunas prácticas aprendidas y que perpetúan opresiones como el racismo, clasismo, y machismo. La comunidad LGBTIQ no está exenta de ello.
