¿Por qué sacan la carta de la ley discriminatoria en pleno proceso electoral?


Un nuevo intento de aprobar la iniciativa de ley 5272 demuestra el interés de los políticos por aprovechar el rechazo que una parte considerable de la población aún tiene ante la diversidad sexual y de género para sus propósitos partidarios.

por Luis Barrueto

No es ninguna sorpresa que un porcentaje considerable de la sociedad guatemalteca pueda tener actitudes de rechazo y desconocimiento ante las demandas de mujeres y personas de la diversidad sexual y de género, por que se les reconozcan sus derechos.

Para muchos, ha sido únicamente en los últimos años que han sido expuestos a nuevas expresiones e identidades a las que no estaban previamente expuestos. Y en los últimos años, el cambio social a nivel mundial ha sido acelerado: en poco tiempo, más y más personas hemos perdido el temor a expresarnos y vivir nuestra sexualidad e identidades sin sentir la necesidad de escondernos.

En Guatemala, el avance ha sido más lento. Pero algunas personas lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) hemos empezado a crear espacios seguros para nuestro desarrollo personal y profesional, puntos de encuentro y convivencia, y existe un creciente grado de conciencia sobre la necesidad de respetar e incluir a quien pueda aparentar ser distinto.

Dicho esto, debemos entender por qué para una amplia mayoría de la población sigue siendo un reto reconocer, respetar y valorar a quienes son parte de la diversidad sexual y de género. No se cuenta con acceso a educación sobre éstos temas –el Estado ha incumplido esa obligación durante décadas–, y en nuestras familias y círculos sociales se prefiere el silencio a las conversaciones, a veces incómodas, que se requieren para entender realmente nuestros cuerpos e identidades.

Esto resulta en que un número importante de personas reaccione con ansiedad o temor ante un fenómeno que les es eminentemente nuevo. O que partir del desconocimiento y la ignorancia puedan, desde su visión personal, creer que están actuando bien al apoyar una propuesta de ley como la iniciativa 5272: «Para la protección de la vida y la familia».

Cortar el debate por decreto

El problema es que las buenas intenciones o el desconocimiento de una mayoría considerable de la población no justifica que un número muy pequeño de políticos y líderes sociales legisle en contra de libertades y derechos fundamentales.

La ley propone aumentar penas de cárcel a mujeres que aborten –incluso involuntariamente–, y restringe enormemente la discusión pública sobre asuntos vinculados a salud sexual y reproductiva, y sobre diversidad sexual y de género. En otra palabras, se restringe la libertad de expresión de personas individuales, y la libertad de asociación, al posiblemente permitir que se persiga a instituciones que hoy en día trabajan por informar y promover el diálogo sobre éstos temas.

Y si bien existen diferencias serias en la visión que sostienen distintos grupos de la población sobre este tema, lo que más se necesita es un proceso de diálogo y debate nacional para entenderlas y asegurar que no se pierda la convivencia pacífica y en democracia.

Ese debate no puede ocurrir cuando el Congreso quiere, por decreto, desaparecer la existencia de las personas LGBTIQ.

¿Por qué ahora?

La iniciativa fue presentada inicialmente en 2017 por los diputados Aníbal Rojas (Visión con Valores) y Christian Boussinot, hoy preso por un caso de plazas fantasma. Y otras voces cuestionadas como la de Fernando Linares Beltranena (PAN) y Estuardo Galdámez (FCN) se han sumado a promover esta iniciativa en momentos claves para la discusión política.

En septiembre del año pasado, pasó primera y segunda lectura justo en medio de una época en la que el gobierno central y el legislativo se enfrentaban a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Y esta semana se puso en agenda, en medio de acusaciones contra el oficialismo y sus bancadas allegadas por estar ligadas al narcotráfico.

Es así que además de estar utilizando las convicciones honestas de las y los guatemaltecos para promover más división, también están distrayendo a la opinión pública de sus fechorías. Si esto no es suficiente para ver que nos quieren tomar el pelo y hacer de la elección una nueva farsa, no estamos poniendo suficiente atención.

Publicado originalmente en Nómada.

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