LA LIBERTAD DE SER COMO SOMOS

Comunidad: Amistades, parejas, y familiares de personas LGBTIQ aprenden a ser aliados

Para muchas personas LGBTIQ, aprender a vivir en paz y aceptación requiere varios pasos. El primero es aceptarse a sí mismas, pero incluso quienes logran respetar su orientación sexual e identidad de género en un país que constantemente los condena por ellos, el siguiente paso es el de la convivencia.

En ambientes familiares, de amistades, incluso en relaciones sentimentales, existe también una posibilidad muy alta de encontrar rechazo y discriminación. Pero así como existe ese riesgo, también es factible que cada una de esas personas cercanas a alguien de la diversidad juegue el papel de aliados. Esta conversación, que titulamos «COMUNIDAD: Amistades, amor y familias LGBTIQ» buscaba profundizar en el proceso de aprendizaje que implica para toda persona llegar a apoyar a sus seres queridos diversos.

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«Este es un pequeño tributo a cada familiar, amistad, colega del trabajo, hermano, hermana que nos ha permitido ser honestos y pasar la prueba del fuego de la honestidad sentirnos queridas y aceptadas», explica Marisa Batres, al inicio de la conversación.

Lo básico es el amor

Al contar su experiencia como madre de un hijo gay, Doris España resaltó que «tiene mucho valor decirte a ti mismo: yo soy así y espero el amor incondicional. Y uno como familia está para ello, para amar incondicionalmente».

El proceso no está exento de dudas: «Uno piensa en la familia y el qué dirán los demás, pero al cabo uno se da cuenta de la importancia de ser auténticos», resaltó Doris.

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Carlos Franco, mientras tanto, cuenta su experiencia orientando a muchas personas cercanas que revelaban su orientación sexual con él, partiendo por un sobrino muy joven. «Siempre sentí el llamado y la vocación de apoyar a la gente. Y cuando las personas se acercaban a mi para contarme de sus experiencias, no sentían juicio ni condena. Esto hacía la diferencia», explica.

Y la moderadora, Luisa Fernanda Toledo, resaltó que los actos que realizan como aliados van desde la forma en que le habla a sus hijos y hace bromas con amigos, hasta el amor, respeto y comprensión que tiene por las experiencias de las personas LGBTIQ, pero sin separarlas o distinguirlas, sino integrándolas.

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La aceptación y el silencio

Los actos individuales son poderosos para hacer sentir a cualquier persona LGBTIQ respaldada. Pero en un contexto adverso a nivel de discusión política y mediática, es importante que los apoyos se sientan y hagan explícitos también.

En esto coincide Carlos, que señala que «existen personas que disfrazan su discriminación como «tolerancia» o un respeto muy mínimo. Lo que he aprendido es que requerimos dialogar para entender cómo otros se sienten». Y él recalca que el antídoto a la discusión acalorada que generan estos temas es el diálogo honesto: «No se debe buscar tener la razón sobre todos estos temas, es un proceso de sensibilización. Es convivir con el proceso que está viviendo y sintiendo la persona, para entender su realidad y tener empatía».

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No todos creemos en lo mismo ni compartimos prácticas de vida, finalmente, pero es muy distinto tratar de censurar aquellas a las que no conocemos o no nos agradan. Lo mismo ocurre cuando encontramos a personas que por desconocimiento o cualquier razón rechazan a las personas LGBTIQ. Y para sensibilizarlas, «no hay que recalcarles que sus creencias están equivocadas, porque ahí las pierdes», explica Luisa. «Pero sí puedes mostrar lo normal que es para ti la diversidad. Y así les muestras el camino» a la aceptación.

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